• 2020 un año para recordar

    Durante este año 2020 hemos vivido muchas cosas que nos han puesto a prueba.

    Hemos vivido momentos dolorosos y también alegres. Momentos de luz y también de oscuridad. Y, especialmente, momentos de inseguridad e incertidumbre que todavía no han acabado. Momentos en los que no sabíamos quién nos podía contagiar del Covid19 ni cuándo ni cómo. Hemos tenido que aprender a convivir con amenazas que aunque las conocíamos, siempre las desechábamos.

    Este año nos hemos encontrado con la fragilidad de nuestras seguridades basadas algunas de ellas en la negativa a ver lo que no queremos ver y a desechar en lo cotidiano lo que sabemos que existe pero nos incomoda.

    Este año nos hemos encontrado con nuestras debilidades y también con nuestras fortalezas.

    Una de nuestras muchas fortalezas como seres humanos es saber poner conciencia en nuestras debilidades. Y en nuestras fortalezas.

    Nuestras inseguridades no nos debilitan.

    Reconocer que formamos parte de una realidad que no termina en nuestros planteamientos ni la cerramos con lo que conocemos, no nos debilita. Nos mueve a aprender la realidad de lo que es, a abrirnos a lo que no sabemos en lo cotidiano, a impulsarnos desde lo que vemos a lo que todavía no sabemos ver.

    Una de nuestras fortalezas es saber que no sabemos todo. Y tener la humildad de aprender para dar mejores respuestas en la vida y, especialmente, para poder ayudar.

    Quien sabe realmente sobre algo puede ayudar de una manera que el que no sabe, lo intenta.

    Para saber algo de lo que es, necesitamos validar la realidad de lo que ocurre, como es, independientemente de si me gusta o no. Dar prioridad a la observación de lo que está ocurriendo y descubrir lo que me enseña. Ante la inseguridad de que no se, puedo elegir la seguridad de querer aprender lo que no sé.

    Las mentiras, los relatos que intentan construir una realidad paralela, nuestra identificación con las historias que construimos con nuestros pensamientos, refuerzan nuestra ignorancia y nuestro dolor.

    Busquemos descubrir la realidad en la que vivimos y responder a ella lo que se necesita para mejorarla. Desde lo más cercano a lo más lejano. Desde este instante a la eternidad.

    Una de nuestras fortalezas es nuestra conciencia. Nuestra capacidad de darnos cuenta y actuar en consecuencia.

    El desenvolvimiento de nuestra conciencia nos hace fuertes interiormente. Una fortaleza que todavía no conocemos bien. Que no necesita de seguridades o inseguridades ni depende de pensamientos Que se asienta en la vida, así como ésta es.

    Demos en este 2021, pasos firmes, abiertos, decididos en el desenvolvimiento de nuestro estado de conciencia.

    Es nuestra misión y nuestro legado.

    Les bendice con todo cariño a cada uno/a de ustedes y a sus familias.

    Fernando Bernal
    27.12.20